Hay un mundo allí fuera
mas allá de los confines negros
que la hipocresía compactó
con sus sucias intenciones

¡Traidores aquellos
los que se atrevan a cuestionarla!

El horizonte azul
el poniente dorado
ya no nos interesa

Destruyeron al hombre
Lo llenaron de estómagos de poder

Cada nota se repite dos veces
Ocho el eco emanante de fuerzas ilimitadas

El mundo se creaba
empaste a empaste de masa ólea

voluntad del creador
emergente de Creencias Sinceras
ante ojos homogéneos

Todo quedaba desconocido al miedo
Todo quedaba prostrado ante la Posibilidad

La niebla atravesaba las fisuras de los muros
La luz bailaba alrededor del vaho flotante

Frío el espíritu de los inmortales
animaba a absorber todas las fronteras
Era cuanto la juventud ansiaba

La realidad te hace aceptar tus límites
La rabia te impone asumir tu impotencia
La indecisión te recuerda tu mediocridad
Los muros refractaban moralidad decadente
Las piedras traspiraban aquel olor que solo sentiste en la infancia
Ahora te enfrentas al abandonado futuro

Sólo aquel haz de luz itinerante
era capaz de abrir un espacio en el que refugiarse
y olvidar aquel fracaso avergonzante
El vacío se apoderaba del ánimo y la moral quebraba.
Renunciaban a la patria y en su lugar el dolor tendía raíces fraccionando la esperanza.
La gran derrota; una más.

Items de los límites en una ciudad

Bajo un surco de hierba viajaba.
Donde los bosques creaban el entramado de dudas;
conexiones que constituían las grandes cuestiones
que te empujaban hacia el futuro.
Viaje en invierno.

Oostende

Contemplando el horizonte sobre la orilla

escribí tu nombre en la arena

La marea se lo llevó disolviéndolo

cuya esencia no tolera fronteras

 

El sol se ocultaba en la costa de Ostende

Qué importancia puede tener

en esta soledad

puesta de sol

 

Lo veía ocultándose en el oeste

iluminando tu día

oscureciendo mi noche

bajo la misma luz recorremos nuestros senderos

Probablemente hablaba demasiado
 pero el sonido de los caminos era más poderoso que el silencio.
¡Que las palabras carecían de traición!
Que el tiempo y la montaña conducían a los horizontes de la incertidumbre.
Y el sol cegaba al Deber
con la ansiada hora en la que los senderos volvieran a reunirse.
En el hall de la estación
sonaba apagado el sonido del mundo
rugiendo cascajoso a media  voz.
El trovador
sin alma, impersonal,
cantaba el destino
de todos los espíritus
que inocentemente
escuchaban
sus premoniciones
como una música
ligera que acompañaba
de fondo junto
a los ecos
de los pasos que se expandían
impregnado las paredes
de la galería;
en la plaza de la luna llena
donde el suelo
se desplaza veloz bajo
las ruedas del tiempo
anhelado
que pasa, no vuela
y reflecta
una inocente tentación
vagaba mi alma siempre dubitativa
bajo la mirada
indiferente de ventanales muertos;
sin saber si en verdad
me acerco dudando
de mi fe
hacia lo esperado inminente.
Eran los días en que desde el cielo precipitaba frío.
La luz despertaba colores blancos y,
la mente despejada,
se ilustraba con los horizontes límpidos copados por montañas nevadas.
Las calles emanaban olor húmedo que transportaba, flotante, personas transparentes;
viajeros en el tiempo y el espacio.
Una mirada fría y escrutadora me interrogaba acerca de destinos y tiempo.
El tiempo, que quiso ser error mío,
respondió con suerte y azar;
misterio fundamental que empeñó en ocupar su puesto imperturbable.
Espacio abierto
acogía con benevolencia personas errantes, recibiéndolas con luces que hablaban arte.
Y el tiempo nos llevó,
mole absoluta de andamios decimonónicos
El viajero emprende un camino. El camino representa mucho mas que un sendero de tierra, adoquines o asfalto. El viaje se convertirá en un recorrido épico que simboliza la propia existencia, la propia vida.
Sin saberlo, la persona se está enfrentando a sí mismo y a su inexorable futuro.
Estamos obligados a enfrentarnos a nuestro camino. Estamos ante la vida. Una gran avenida que atraviesa caprichosamente un universo que descubrimos conforme avanzamos segundo a segundo, escribiendo la historia de nuestra vida.

Pero el viajero tiene más poder del que es consciente. Debe aprender que le es posible elegir el sendero, cambiar de dirección, pues a lo largo de nuestra vida nos vemos obligados, al llegar a una encrucijada de caminos, a elegir.
Y sin embargo, muchas veces hemos de planteamos descubrir nosotros mismos los atajos, o adentrarnos en el ignoto bosque. Nos fiamos de las indicaciones, y prescindimos de nuestro propio instinto. Preferimos el camino oficialmente marcado. Saber con precisión los kilómetros recorridos y los que hemos de recorrer para llegar a la meta prometida.
Os invito a penetrar en los bosques, los senderos por descubrir... y por crear.
Mientras tanto, iremos dejando atrás un rastro. Un rastro magnético que atrape todo aquello cuanto descubramos, para así nutrirnos cada día.
Comienza Los Senderos Magnéticos.